OPINIÓN
Ya vas a ver cuando llegue tu padre...
Las paternidades responsables son parte de pensar nuevas masculinidades, nuevas formas de vincularse con nuestras crianzas, desde el amor, el respeto, el acompañar y marcar límites desde lugares sanos y sin violencias.
"Ya vas a ver cuándo llegue tu padre", resonaba cuando algo habíamos hecho en casa, marcando esa llegada la irrupción de la autoridad que vendría a imponer un límite desde su lugar de varón. Esto deviene de una construcción sociohistórica en sociedades patriarcales que han ubicado al varón en el seno familiar desde el poder, la autoridad, la fuerza, la imposición del castigo, habilitando así la construcción de vínculos desde el temor y no desde el respeto y la ternura que necesitamos de nuestros papás. Cabe preguntarnos si era (o es) ese lugar el todo padre hubiera elegido para criar. "Pregúntale a tu padre", para obtener el sí o el no final de horas intentando un permiso para salir. Así las paternidades se han construido bajo la lupa del mandato de masculinidad hegemónica que imputa cumplir con las reglas del patriarcado. Si bien ha habido excepciones desde las distintas particularidades que cada familia tiene, hay una construcción histórica de sentido que habilita o no ciertas formas y conductas. Como ejemplo de esto, nos preguntamos, ¿a cuántos varones les compramos en sus infancias bebotes, muñecas y muñecos para que jueguen a ser papás? ¿Está bien que los niños jueguen a paternar? ¿Está bien que jueguen con cocinitas, planchas hasta incluso muñecas? ¡Que distinto sería el mundo si no les hubiéramos negado la posibilidad de imaginarse a través del juego, a ser papás, a cambiar pañales, a cocinar! como si lo ofrecemos como juego a las mujeres en sus infancias. Las paternidades son construcciones sociales, que van cambiando en distintos contextos. Hoy reconfiguramos el sentido y la obligación del paternar en un proceso de cambio casi inevitable, porque, así como desde los feminismos postulamos que la maternidad será deseada o no será, también queremos paternidades responsables, e hijos e hijas que crezcan jugando con papá, pasando tiempo con papá, creciendo al lado de sus aciertos y de sus errores, dibujando, ensuciándose y compartiendo la vida desde el amor. No queremos infancias que le tengan miedo a papá, queremos infancias que reconozcan de papá sus miedos, sus emociones, sus deseos y frustraciones. No necesitamos papás imponiendo miedos, castigando emociones, anulando deseos y generando frustraciones. Son tiempos de aventurarnos en el sanador camino de reconstruir vínculos que reparen el daño producido en cada una y cada uno de nosotros que el patriarcado deja. La marca del mandato de masculinidad deja secuelas, identificarlas nos permite visualizar otras posibilidades, que no son de manual pero que habilitan otras experiencias para pensarse hombre-padre. El Estado es indispensable aquí, porque no podemos dejar que todo esto suceda solo con voluntades, debemos pensar políticas públicas que apliquen en este sentido. Como siempre digo, la Educación Sexual Integral salva vidas, salva vínculos, y esto también es parte de la ESI. Medios de comunicación que muestren imágenes de la gurisada creciendo con sus papás como referencia también, cuentos infantiles donde papá no sea solo el leñador o el rey que solo deja herencias, sino quién acompaña el descubrir de la vida junto a sus hijes. Licencias por paternidad que excedan los dos días, que se adecuen a la necesidad familiar y a la necesaria autonomía de las mujeres durante ese momento. Necesitamos crecer pensando las letras de canciones que hablan del padre que "voló voló, se borró y voló", como algo que no puede ni debe pasar. Y para que todo esto siga sucediendo es indispensable legislar, tener perspectiva de género y diversidad en la aplicación de la justicia, y pensar, diseñar y ejecutar políticas públicas que promuevan la sensibilización, la humanización de la política. Y sin duda alguna, necesitamos de la organización de varones para esto, las mujeres y diversidades hemos dado muestra del poder de la organización y la lucha, de cómo el dolor se transforma y se vuelve hecho. Animarse a pensar la paternidad desde lo colectivo con otros varones, puede ser un buen lugar de encuentro, no para llegar al manual de cómo ser el mejor papá, porque ese no es el punto de llegada, sino para y por sobre todo sanar y reparar la marca del padre que no supo bien qué hacer con las imposiciones y proyectar nuevas formas de paternar desde el amor, la ternura, el ejercicio de los derechos y obligaciones y la expectativa de un mundo mejor. Las nuevas masculinidades vienen por acá, nuevas formas de ser varón, de ser hombre, nuevas formas de ser papá para quién elije serlo. Paternar desde la humildad del error y el aprendizaje permanente, la valentía del cambio y la oportunidad crecer.