EL ANÁLISIS DE LA SEMANA
Santa Fe puede marcar un quiebre: Larreta respira aliviado

Respiró Larreta. Cuando el agua parecía llegarle al cuello, el resultado de las PASO en Santa Fe fue un brulote de buenas noticias para su campaña. No sólo porque ganó su candidato, Maxi Pullaro, o por la forma en que lo hizo, contundente, sino por el tono de la campaña y cómo sobrellevó las acusaciones pesadas que le hizo su rival interno, Carolina Losada.
Jorge Barreotaveña
Losada pagó cara su inexperiencia. El periodismo no es igual que la política. Fue demasiado lejos en sus expresiones que, en medio de una campaña interna, no cayeron bien. Es la misma lógica aplicable a Bullrich y Larreta en la Nación. Los dos necesitarán los votos del otro para ganar. No hay mañana si no es así. ¿De qué sirve entonces tirar de la cuerda con el riesgo de cortarla?
Losada, llevada por la lógica del contraste, dijo cosas graves de las que, es cierto también, sólo en política hay retorno. Pullaro, que no en vano fue ministro de seguridad en el polvorín que es Santa Fe, la piloteó brillante. No le contestó nunca a su adversaria y el domingo, ya con la victoria abultada sobre sus espaldas, le tendió la mano. Tampoco tiene muchas alternativas. Primero le agradeció a Lousteau, el líder emergente que amaga con tomar las riendas del radicalismo nacional, y después sumó a Rodríguez Larreta, recién bajado del avión. Estaba exultante el porteño, sabedor que la elección fue un respaldo al perfil que eligió para la campaña. Y un golpe duro para Bullrich que se ha desperfilado en las últimas semanas. Justo cuando las encuestas afirmaban que estaba mano a mano con Larreta.
El dilema de Bullrich es, vaya paradoja, el mismo en que ha entrado Sergio Massa y su sueño presidencial. Endurecer el discurso, insistir con el orden y la valentía para imponerlos tienen un límite. Un techo para ser más claros. Puede servir para retener el voto duro de Cambiemos, pero no para recolectar almas errantes del centro. Los precandidatos opositores juegan ese juego pendular. Es un equilibrio inestable. Larreta, también oscila, pero el resultado de Santa Fe empieza a darle la razón. En su debe quedará el error de Córdoba que le costó la elección a su gente.
Del otro lado, Massa atraviesa el mismo dilema. Pegarse a Cristina, mimetizarse con su discurso y sobreactuar kirchnerismo podrán servirle para contener el núcleo duro, pero le impiden proyectarse más allá. Hasta le complica la negociación con el Fondo, vital para poder encarar con cierta calma estos meses en los que se juega su sueño de ser Presidente. Cristina su lado, sacudiendo al Fondo y él buscando convencer a Georgieva que le dé una mano para que la devaluación no sea tan brusca.
Igual, es lo que mejor hace Sergio Massa, mimetizarse con su interlocutor. Había un personaje, en una de las películas de Arnold Schwarzenegger que, apenas rozaba a su enemigo, se convertía en él. Hay quizás una explicación para lo que hace el superministro y candidato: Juan Grabois. Lo que pasó en Rosario, con el candidato de ese sector, que terminó ganando la PASO, fue una señal de alerta.
Massa le reclama a Cristina algo más que la separe de Grabois. Ya pidió por De Pedro pero no alcanza. Si pegarse a Cristina no es útil porque una parte de sus votos irán para Grabois, ¿qué hacer entonces? ¿Retomar el discurso de centro que lo caracterizó históricamente y al que ha recurrido cada vez que lo necesitó? O insistir en la radicalización y asegurarse ir a la segunda vuelta? Claro, nadie puede dar certeza de cómo será el retorno y cuánta gente creerá esa nueva voltereta.
En el fondo, todos tienen dilemas parecidos y quedan a merced de un electorado que ha empezado a dar muestras de rechazar los gritos. Milei sigue siendo una incógnita de cómo será su performance real, cuando será su cara la que esté en juego. Hasta ahora, los pocos candidatos que ungió en las provincias sacaron pocos votos, lejos de las expectativas propias y ajenas.
Por eso, la elección en Santa Fe puede marcar un quiebre. Este domingo será el turno de Córdoba Capital y su impacto nacional. Después quedarán Chubut y no mucho más antes del 13 de Agosto. Es un juego de ajedrez porque el movimiento de una pieza afecta a otras y es vital saber con anticipación cómo jugará el rival. Mientras la política se dedica a lo suyo, la economía discurre loca por otro carril. El dólar ya superó la barrera de los 500 pesos. El Fondo pide una devaluación y más ajuste, en medio de una volatilidad de precios angustiante. Massa ataja los penales, los que puede, porque no quiere dejar su candidatura en el camino. Demasiados egos en el medio.