OPINIÓN
Militar hasta que lo imposible se vuelva inevitable
"Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenas. Pero hay quiénes que luchan toda la vida: esos son lxs imprescindibles" (Bertolt Brech).
Se aprobó la Interrupción voluntaria del embarazo, es un día histórico para nuestro país. La marea verde que viene desde hace años empujando este reclamo para que se legisle por la vida de las mujeres y de todos los cuerpos gestantes, esa marea verde colosal y tenaz, hoy celebra el resultado de nada más y nada menos que el de la lucha organizada. Gualeguaychú es cuna de luchas, entre su rio y sus verdes, ha parido encuentro y organización colectiva, y la lucha feminista nació para quedarse. El camino andado ha sido largo, sostenido y militado con perseverancia y convicción, también con frustraciones, enojos y dolores. La plaza nos acunó, la histórica plaza San Martin, la que también acunó la lucha obrera, nos encontró cada día de la semana pactado, consecutivamente durante años para pensar/nos, construir, formarnos, leer, discutir y decidir. Allí elaboramos extensos documentos, reclamando y exigiéndole al Estado que ¡Paren de Matarnos!, exigiendo la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral para que nuestrxs gurises crezcan vinculándose de manera sana y responsable, exigiendo aborto legal, seguro y gratuito para dejar de morir en la clandestinidad. Cada documento que escribimos llevó días de debates internos, porque allí confluye la diversidad exquisita que existe en los feminismos. Sabíamos que pedir aborto legal podía ser presentado por los medios de comunicación de una manera poco cuidada, en tiempos donde aún no era charla de amigxs ni de la sobremesa de casa. Aun cuando se instaló en la agenda política el tratamiento del pedido de aborto legal, muchas veces se resumió en la errónea discusión de si aborto si, u aborto no.
Marchamos por la calle 25 de mayo, marchamos por la costanera, por el puente, abrazamos la plaza marchando, pasando por el frente de instituciones a las que le hemos exigido que hagan lo que tienen que hacer. Entre tambores, madrugadas verdes, murales, carteles, mariposas, artistas que generosamente nos han compartido su arte, niñes correteando “entre las patas”, hemos caminado juntas, de la mano, con mantras de vida y sueños. El pañuelo verde se coló de a poquito en las mochilas de nuestras gurisas, que tímidamente se acercaban a las rondas a traer toda la fuerza de la juventud, su divino tesoro. Poco a poco, empezamos a mirarnos de manera cómplice cuando nos cruzábamos en la calle y nos veíamos los pañuelos. Éramos conocidas, de las causas colectivas. Pero sin dudas que llevar el pañuelo verde, es fruto del aprendizaje de quiénes valientemente alguna vez en nuestra historia, irrumpieron contra el poder para ponerse el pañuelo blanco. Nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, nos han legado el uso del pañuelo como símbolo de resistencia, de historia, de resignificar todo el dolor que hemos atravesado en la clandestinidad y transformarlo en lucha, amor, plaza, puente, tambor, mate, bandera… transformarlo. Somos las hijas de nuestras madres y abuelas.
Nosotras hemos hecho historia, a la luz de gobiernos que interpretan los momentos históricos y llevan adelante políticas públicas. Nosotras somos quiénes les dejamos a nuestrxs hijxs la posibilidad de planificar y maternar tomando decisiones, la soberanía de nuestros cuerpos. Y lo hacemos por nuestras abuelas y bisabuelas, por aquellas mujeres que han parido más de 10 hijxs tal vez sin deseo, sin voluntad, sin decisión. La soberanía de nuestros cuerpos es una conquista que quedará en las páginas que escribimos a diario quiénes resistimos los embates más duros de este sistema desigual y patriarcal. Sabernos cada vez más, sabernos muchas, distintas y ver la llegada de jóvenes que van a continuar la lucha, es una reconfortante síntesis de lo que el feminismo nos regala. Cada persona que decide caminar el mundo desde la equidad de géneros, comprendiendo que el aborto legal, seguro, gratuito y voluntario es urgente y es una deuda de salud pública, crecerá transformando cada día de su vida en días más justos. La lucha por la justicia social no puede pensarse desde la desigualdad de géneros, por eso aborto legal es justicia social. ¡Niñas no madres! ¡Educación Sexual para decidir! ¡Plan de mil días para acompañar maternidades! ¡maternidades deseadas y planificadas! ¡A la clandestinidad no volvemos más! La aprobación de la IVE nos plantea un después distinto, seguro, soberano y justo. La responsabilidad de seguir luchando por un sistema de salud integrado que garantice derechos, en contraposición al Modelo Médico Hegemónico. “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, Rosa Luxemburgo.