LAS MIL Y UNA BATALLAS DEL PRESIDENTE
Milei y los sectores de la casta con los que todavía no se peleó
Tres meses casi que son tres años. Así se hace todo bajo el gobierno de Milei, a la velocidad del rayo. Claro que eso no garantiza resultados, aunque sí llevar la iniciativa, algo clave para un gobierno que quiere cambiar las cosas en serio, o al menos para no hace lo mismo que se ha hecho en los últimos 70 años.
El debate sobre si lo que hace Caputo está en ese rango. En muchos aspectos todavía el aroma de un ajuste tradicional es lo que predomina. Las jubilaciones y los aumentos de tarifas con el ejemplo patente. Demostrado ya que el índice que se aprobó hace unos años tampoco sirve, el gobierno se vio en la necesidad de prolongar el bono que lanzó Massa. Un parche sobre otro parche hasta que no haya un método eficaz para dejar a los jubilados a salvo de la guadaña. Con las tarifas sucede lo mismo. Marzo será el mes de los aumentos, en muchos casos para sostener empresas en manos del estado abiertamente deficitarias. En muchos otros en manos privadas que necesitan subsidios para seguir trabajando (transporte). Cuando no se los roban como los hermanos Cirigliano.
Esa maraña de intereses, mezcla de público y privado todavía luce virgen. Es cierto que van 3 meses, pero la aguja no para. Hay otra parte de la ‘casta’ a la que el gobierno libertario aún no le ha prestado atención: los empresarios.
La Argentina ha tenido a lo largo de su historia empresarios más vinculados a la prebenda que a la producción. Con escasa competencia y siempre dependiendo de lo que el estado pudiera hacer, nadie se acostumbró a competir. A salir al mercado y que éste les impusiera las reglas del juego. Hay vastos sectores de la economía nacional que gozan de protecciones inaceptables.
¿Alguien puede explicar por qué la ropa es tan cara en la Argentina? ¿Alguien puede explicar por qué un auto vale más que una casa? ¿Por qué la carga impositiva equivale casi a la mitad de su valor en el mercado? ¿Alguien puede decirnos porqué en el interior del país pagamos la luz mucho más cara que en Buenos Aires, cuando Entre Ríos tiene a Salto Grande? Un puñado de infinita cantidad de preguntas que no tienen respuesta.
Algunas empresas vienen aumentando los precios desde antes de las elecciones del año pasado, en pleno proceso electoral. Siguieron subiendo después. Lo volvieron a hacer con la devaluación. Y hoy lo siguen haciendo. ¿Los motivos? Nadie lo sabe, pero el colchón que generaron fue fenomenal. “La semana que viene paso por ahí, pero va a haber un 25% de aumento…”, espetó una distribuidora a un comerciante minorista que la escuchaba atribulado. “Pasame la lista de los productos con el 25% de aumento”, le contestó. “No-no, no entendiste. Todos los productos aumentan 25%...”. “Ok, la semana que viene no pases porque en estas condiciones no puedo comprar…”, escuchó la mayorista. ¿Conclusión? Sorpresivamente, o no tanto, el aumento finalmente fue del 8%.
El capitalismo es el mercado, pero sus reglas no son absolutas. Nadie puede negar que la cuna terrenal de ese pensamiento es Estados Unidos. Pero hasta en esas tierras el estado le impone reglas al mercado, feroces en algunos casos, por ejemplo, para evitar y combatir los monopolios. Monstruos como Google o Microsoft han tenido que pagar multas millonarias por violar las reglas de la competencia y perjudicar a los consumidores. Nadie nace bueno ni malo por sí. ‘El hombre es bueno pero controlado es mejor”, dijo alguna vez un famoso general argentino. Quizás para Milei la palabra control esté fuera de su diccionario. Pero un poquito de supervisión no vendría mal, sobre todo a sectores empresarios que han hecho de las suyas con todos los gobiernos y la única idea que tienen firme es una: no competir. Y ver qué ventajas pueden conseguir.
Los empresarios. También está la justicia y el Poder judicial que la encarna. Ellos también forman parte de una casta singular. Por ahora, de esto no se habla. La tarea que tiene el gobierno anarco-capitalista es amplísima y sería injusto pedir que en tres meses dé vuelta la Argentina. Cumpliendo el mandato de la mayoría de sus votantes. Pero Milei es una Caja de Pandora. Se equivocan aquellos que lo analizan desde la cátedra, como si fuera un político profesional. No lo es, y parece le costará serlo. Ahí radica la ventaja que todavía tiene. Sus actos son impredecibles, tanto como sus palabras que no tienen límites. El dirá que así llegó a ser Presidente, es cierto. Pero ser Presidente es representar a todos los argentinos, buenos, malos y grises (como somos la mayoría) lo que implica otro grado de responsabilidad. A la hora que esto escribimos, el Presidente se apresta a inaugurar las Sesiones en el Congreso. ¿Sacará más conejos de la galera? La semana que viene hablamos.