LA DEMOCRACIA SE EJERCE, NO SE DELEGA
La importancia vital de las asambleas en el Presupuesto Participativo
María Sira Ghisi
Concejala Partido Justicialista de Gualeguaychú
En un contexto donde la participación ciudadana se ve a menudo amenazada, es crucial recordar la esencia del Presupuesto Participativo: no se trata de una dádiva estatal ni de un programa asistencial, sino de una herramienta fundamental de la democracia directa. A través de él, la ciudadanía delibera y decide el destino de una parte del presupuesto municipal.
Las asambleas barriales constituyen el corazón mismo de este proceso, el espacio donde los vecinos y vecinas identifican problemáticas, proponen soluciones y establecen prioridades. Lejos de ser un mero trámite burocrático, son instancias irremplazables. Intentar eludirlas o sustituirlas por mecanismos alternativos que evadan la deliberación colectiva socava el espíritu fundamental del Presupuesto Participativo.
Sin asambleas, la voluntad popular se silencia. Y sin la voz del pueblo, el resultado no es una ciudad más justa, sino una ciudad más desigual, donde las decisiones se toman desde arriba, sin consenso ni escucha genuina.
El rol del Estado debe ser el de garante del derecho a la participación, no un obstáculo. Reconocemos que las asambleas pueden ser complejas, a veces lentas e incluso conflictivas. Pero es precisamente en esa dinámica donde se construye una ciudadanía activa y responsable. Es allí donde la democracia se vive en su forma más pura: escuchando, proponiendo, debatiendo y decidiendo colectivamente.
Quienes defendemos la democracia como un principio fundamental, no podemos permitir que se normalice la omisión de estas instancias. Lo que está en juego no es la aprobación de un proyecto más o un proyecto menos, sino la voz de la ciudadanía. No podemos permitir que se silencie esa voz bajo la falsa premisa de la eficiencia.
Gobernar no significa decidir por los demás. La única vía legítima para la toma de decisiones en el Presupuesto Participativo es a través de la escucha activa, el debate constructivo y el respeto irrestricto a la voluntad popular expresada en las asambleas.