INTERNAS, DISCUSIONES Y DEFINICIONES
El barco a la deriva busca capitán que lo lleve a buen puerto

Río Gallegos. Katopodis asentía. Con una media sonrisa apenas pero visiblemente incómodo. A su lado, Cristina despotricaba contra Alberto, Scioli y los funcionarios ‘que no funcionan’. Salvó él claro, que escuchaba estoico la perorata. Fue la muestra y corolario de las 72 horas previas que condenaron a muerte al Frente de Todos.
Por Jorge Barroetaveña
Algún día se escribirá sobre lo que pasó en las horas previas. Gritos, amenazas, enojos y hasta amagues de ir a la justicia. Justo al ‘Partido Judicial’, ese que odia el kirchnerismo. Pero el deseo de Alberto de pasarle factura a sus aliados que le hicieron la vida imposible en estos años pudo más. ‘Yo no soy títere de nadie’ avisó Scioli aunque pocos le creen. El ex gobernador bonaerense también arrastra una pila de talonarios de facturas contra los ‘K’. No sólo porque lo asfixiaron todo lo posible cuando era el mandamás bonaerense: está convencido que en el 2015 hubo muchos que no quisieron ganar.
Por eso la pelea fue feroz y va más allá de lo político. Los fanáticos afirman que Alberto le terminó torciendo el brazo a Máximo, consiguiendo imponer el mismo piso que en las internas anteriores. Claro, para eso tuvieron que amagar recurrir a la justicia, donde la cosa se empiojaría definitivamente. Así se explica el comunicado incendiario del PJ bonaerense y la ratificación de Cristina pocas horas después.
Lo cierto es que al 17 de junio, todo indica que habrá internas en el oficialismo con destino incierto. Massa, que va esquivando las balas, todavía aspira a ser el elegido. Cuenta con el apoyo de Máximo. De Cristina no se sabe. El jueves, igual, la vice descerrajó su andanada contra el Fondo Monetario y el acuerdo que firmó el gobierno. Pero, en un ejercicio complicado, dejó al margen al Ministro de Economía del gobierno de funcionarios ‘que no funcionan’. Desde la lógica política se entiende, pero el gran electorado no comprende nada.
Lo cierto es que el país se encamina a una PASO peronista que promete ser movida. El detalle es que todavía son gobierno y quien está al frente es el protagonista en silencio de uno de los dos bandos. Nadie sabe qué pasará a medida que avance la campaña. ¿Se imaginan un debate entre Scioli y Massa, si es que este termina siendo el elegido? Qué pasará con el resto de los integrantes del gobierno, sobre todo los que manejan la caja. ¿Se irán? El índice de inflación dio un leve respiro el último mes, pero no alcanza. Pensar que es aire para Massa sería ser demasiado optimista.
En el bando opositor tampoco nada es color de rosa. Los niveles de agresividad que tienen los discursos son llamativos y peligrosos: gane quien gane, ¿cómo van a hacer para juntarse después y tirar del mismo carro para ganar la general? Y la situación no es atribuible sólo a Bullrich y Larreta. En Santa Fe, Losada y Pullaro se dicen de todo. Hasta insinúan vínculos con el narcotráfico. ¿Cómo van a hacer para verse las caras después de las PASO? Nadie lo sabe aunque la cara dura podría ayudar.
Milei en tanto enfrenta un desbande en parte de su tropa. No han ayudado los resultados electorales hasta ahora. Magros por cierto en las provincias donde La libertad avanza presentó propuestas. En Tucumán la performance de Bussi fue mala. “Mi cara no estaba en la boleta”, se defendió Milei. En otros lugares directamente no presentó candidatos. La incertidumbre sigue intacta y es hasta dónde llegará el enojo social que podrá canalizar el libertario. Sin estructura que lo respalde, su fenómeno amaga con no traspasar la pantalla de la tele o del celu. Para tener expectativas ciertas de ballotage se necesita algo más que una sola cara para mostrar, por grande que sea el malestar social. En Entre Ríos ya está elegido el candidato a gobernador y varios intendentes. Será una ventaja en relación a otras provincias pero está la sensación que todavía no alcanza.
Si la economía tiene puntos de contactos con el 2001, la política también. En el 2003 Néstor Kirchner ganó con el 23% de los votos, una vez que Menem anunció que se bajaba. La dispersión fue tal que provocó la implosión de los partidos tradicionales. A partir de ahí, Kirchner empezó con mano de equilibrista la reconstrucción. Se sacó de encima claro a Duhalde, la carta más pesada de ese pasado reciente.
Surgió un liderazgo, algo que por ahora no se ve en la paleta política de hoy. El peronismo está en medio de los estertores. Nadie sabe si de alumbramiento o muerte. Por su historia seguro será lo primero. ¿Qué alumbrará? Ojalá que algo distinto a lo que hay hoy. El experimento que ideó Cristina en 2019 fue un fiasco. Estaría bueno que se haga responsable.