ESTÉTICA Y BIENESTAR
Cuidado de la piel: los cuatro errores más comunes al ducharse y cómo evitarlos
Desde la temperatura del agua hasta el uso de esponjas, la dermatóloga española Ana Molina señaló cuatro hábitos comunes que podrían estar dañando la piel y brindó recomendaciones para mejorar la rutina de higiene diaria.
La higiene personal es una parte esencial de la rutina diaria, pero no siempre se realiza de la manera más adecuada. Según explicó la dermatóloga española Ana Molina en el podcast “Mejor que Ayer”, presentado por el Dr. Borja Bandera, existen errores frecuentes que muchas personas cometen al ducharse y que pueden tener consecuencias negativas para la piel.
La especialista detalló cuatro errores principales que, aunque comunes, son fácilmente evitables con algunos ajustes en los hábitos diarios. De acuerdo con el medio Cuerpomente, la Dra. Molina destacó que estos errores no solo afectan la apariencia de la piel, sino que también pueden contribuir a problemas como sequedad, irritación o incluso infecciones.
1) El impacto del agua demasiado caliente en la piel. Uno de los errores más habituales, según la Dra. Molina, es ducharse con agua excesivamente caliente. Aunque puede resultar reconfortante, especialmente en los meses fríos, el agua a altas temperaturas tiene un efecto malo sobre la piel. Esto significa que elimina la capa de grasa natural que actúa como barrera protectora, lo que puede provocar sequedad, picor e incluso agravar condiciones como el eccema.
2) Productos con pH inadecuado: un error común en la elección del gel de baño. Otro aspecto que muchas personas pasan por alto es el pH de los productos de higiene. La Dra. Molina explicó que la piel humana tiene un pH ligeramente ácido, alrededor de 5,5, y que el uso de productos con un pH demasiado alcalino puede ser perjudicial. Aunque algunos geles de baño se promocionan como “neutros”, esto no siempre significa que sean adecuados para la piel.
Los productos alcalinos pueden limpiar “demasiado bien”, eliminando no solo la suciedad, sino también los aceites naturales y la microbiota cutánea, que es el conjunto de microorganismos beneficiosos que protegen la piel de agresiones externas. Para evitar este problema, la dermatóloga recomendó elegir productos suaves que respeten el manto lipídico y que estén diseñados específicamente para el tipo de piel de cada persona.
3) El uso de esponjas: un hábito cuestionable. El empleo de esponjas en la ducha es una práctica común, pero según la Dra. Molina, no es necesaria para mantener una buena higiene. De hecho, este hábito puede ser contraproducente.
“Las esponjas sobre todo sirven para acumular bacterias y para arañar la piel”, afirmó la especialista. La humedad que retienen las esponjas crea un ambiente propicio para el crecimiento de microorganismos, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones cutáneas.
Además, las esponjas con texturas ásperas pueden irritar la piel, especialmente en personas con piel sensible o seca. La dermatóloga sugirió que, en lugar de usar esponjas, es suficiente frotar con las manos las áreas que tienden a acumular más suciedad, como las axilas, los genitales y los pies. Para el resto del cuerpo, dejar que la espuma del gel de baño fluya naturalmente es suficiente para una limpieza eficaz.
4) La falsa creencia sobre la espuma y su relación con la limpieza. Muchas personas asocian la cantidad de espuma que genera un gel de baño con su capacidad de limpieza, pero esta idea es errónea. Según la Dra. Molina, “la espuma no es más que aire”. Aunque puede resultar agradable al tacto, no tiene relación directa con la eficacia del producto.
El poder limpiador del jabón proviene de su composición química, específicamente de las moléculas que interactúan con el agua y la suciedad. Por ello, al elegir un gel de baño, es más importante prestar atención a su pH, a los ingredientes que contiene y a si está formulado para el tipo de piel del usuario.