FUERTES INTERNAS Y POSICIONAMIENTOS
Cristina esculpe su futuro y se dedica a rearmar su blindaje
Cuando la Vicepresidenta se sube al púlpito se acaban las palabras. Cada vez que hay un acto en el ella está, se acaban las palabras de los demás. Y todos se preparan para ver por dónde vendrá el mandoble. Sus críticas a la gestión de ella misma y de Fernández, son cada vez más duras.
Por Jorge Barroetaveña
Les sigue marcando el paso. Por presencia o por ausencia, Cristina hace que la agenda política gire a su alrededor. Claro que esto no significa garantía electoral o que el año que viene soplen vientos favorables para el oficialismo, pero su capacidad de imponer debates se mantiene intacta. Intencional o no, dejó arriba del escenario, las disputas en torno a los planes sociales que desde hace meses tiene en jaque la política social del gobierno de los Fernández. Sus cuestionamientos al manejo de la economía son viejos y entre sus deseos está echar lo antes posible a Guzmán. Ya lo hizo con Kulfas y otros ministros que no funcionaban. El Ministro de Economía es la última trinchera de poder que le queda al Presidente, si de los números se trata.
Esta vez, el objetivo de Cristina fue poner en evidencia que hay movimientos sociales que están de los dos lados del mostrador. Su inquina con el “Chino” Navarro y Emilio Pérsico es de vieja data. Los acusa de haber ‘acordado’ con la Ministra Stanley, en tiempos de Macri y ahora volver a acomodarse al calor del estado, con Alberto. Razón no le falta. La dupla maneja un número abultado de planes sociales y es raro: ellos mismos los adjudican y, del otro lado del mostrador, los reciben. Hay también cierta sensación de desagradecimiento en la vice. La mayor parte de estos movimientos sociales nacieron, crecieron y se volvieron poderosos al calor del kirchnerismo y que ahora le den la espalda es difícil de aguantar.
Por eso, sus cuestionamientos son finalmente calculados. Se montan además en lo que, y Cristina lo sabe, el hastío social sobre la inmensa cantidad de planes sociales que se agotan en sí mismos. La dinámica de la política social gubernamental en la Argentina se agota en sí misma y gira alrededor de los planes. Es tan real como preocupante que muchos de los beneficiarios de los planes prefieran quedarse con ellos antes que arriesgarse a un trabajo de futuro incierto, seguramente en negro. Estos cuestionamientos crecen, no sólo en sectores de clase media que sienten que todos los impuestos que pagan tienen este destino, también de los propios beneficiarios a quienes, producto de la inflación, el monto que perciben ha dejado de alcanzarles para vivir con cierta dignidad.
La vicepresidenta lo sabe, tiene registro de esa realidad y no le importa hacer la voltereta con respecto a lo que decía hace unos años. Para ella, también las obras sociales, hoy en manos de los sindicatos, deberían estar bajo tutela estatal. Claro que eso llevaría a una guerra abierta con los gremios que ningún gobierno peronista estaría dispuesto a dar. Sería la implosión final.
Pero Cristina ya piensa, como todos, en las elecciones del año que viene. En su proyecto político y en cómo darle forma. Del gobierno no se irá nadie, pero la permanencia será lo suficientemente diferenciadora. Defenderán los espacios y languidecerán con los socios de Fernández. Si bien entre los dos no hay diálogo, sí lo hay en las segundas líneas que saben que no se puede llevar adelante una gestión sin una comunicación mínima. El miércoles los transportistas cortaron la autopista Buenos Aires- La Plata protestando por la falta de gasoil y a las pocas horas el Ministro de Transporte ni siquiera los recibió. La ausencia de reflejos ante demandas que estallan en la cara es llamativa para un gobierno peronista y dan la sensación de parálisis.
Encima el tercer socio parece está enojado. Molesto con la llegada de Scioli al gabinete y sospechando que le están cocinando algo a sus espaldas, Sergio Massa dejó trascender que podría hacer las valijas. Tampoco va a renunciar (acá no renuncia nadie) pero sí tomaría distancia de sus socios, con el objetivo de reflotar su candidatura presidencial para el año que viene? Todo puede ser en la dimensión desconocida del oficialismo donde cada uno atiende su juego. Si hoy, cuando le quedan 14 meses de mandato a los Fernández se siguen tirando los platos por cabeza, qué quedará si se confirma disputa en una PASO? El detalle es que los que gobiernan, o deberían hacerlo, son ellos pero no es tan importante.
Como si fuera un mármol imaginario que va esculpiendo, Cristina tiene en mente hacerse fuerte en la Provincia de Buenos Aires. Cuando los malos vientos llegan, hay que guarecerse donde más seguro uno se sienta. Pergeña quizás un armado estrecho con los intendentes, no sólo los del Conurbano, sino con los del interior que le responden, por eso la movida de bajar los planes a ese nivel. Desde tribunales no le llegaron buenas noticias. La Corte dejó expedito el camino para que antes de fin año, quede a tiro de una sentencia condenatoria por el direccionamiento de la obra pública. El tiempo se agota y no hay nada peor que ver cómo el poder empieza a evaporarse.