UN VIAJE PARA LOS CINCO SENTIDOS
Casa Jaf, una experiencia gastronómica diferente en Gualeguaychú
No hay muchas opciones en la ciudad para disfrutar de una cena gourmet, mucho menos si se trata de una en la cual cada plato está pensado para que combine con las mejores etiquetas del país. Reservas por Instagram, locación secreta, menú cuidado, vinos seleccionados y un ambiente muy cálido para conectar con el placer.
Casa Jaf es el resultado de una pasión compartida entre Antonia Ferroni y Florencia Igoa, dos amigas que encontraron en la cocina un lenguaje propio. Todo comenzó en la casa de Antonia, donde crecer en una familia numerosa hizo que compartir la mesa fuera un desafío, así que encontró la forma de hacer de cada encuentro algo especial: diseñaba un menú por pasos para cada núcleo familiar, preparaba la mesa con flores frescas y los recibía con todo listo para disfrutar. Compartía esos momentos en Instagram sin imaginar que, del otro lado de la pantalla, Florencia veía en esa costumbre algo más grande. Fue ella quien propuso abrir esta aventura culinaria a más personas y, después de casi un año de planificación, en junio de 2024 nació la primera edición de Casa Jaf.
Las ideas fueron surgiendo entre ambas: mientras que Antonia creó las propuestas que combinan técnica, innovación y la búsqueda de los sabores caseros, Florencia aportó su visión para transformar la experiencia en un evento cuidadosamente diseñado, desde la puesta en escena hasta la forma en que cada invitado es recibido. Juntas, lograron construir un espacio que no sólo gira en torno a la gastronomía, sino más bien al goce sensorial.
En cada encuentro, se despiertan las emociones: las copas cuentan historias y cada preparación es una invitación a explorar lo familiar desde una nueva perspectiva. No es un restaurante ni un evento puntual, sino una mesa abierta donde la calidez, la creatividad y el disfrute son los ingredientes principales. Las reservas se hacen por Instagram (@somoscasajaf) o por WhatsApp (11 30548054) y algunas horas antes, las anfitrionas envían un mensaje con la dirección, que puede ser en la ciudad o en Pueblo Belgrano.
Desde que los invitados cruzan la puerta, algo sucede. No hay formalismos, no hay protocolos. Hay un ambiente íntimo, acogedor, cuidado hasta en el más mínimo detalle, donde lo que buscan sus anfitrionas es que cada uno se sienta bienvenido y agasajado. Ellas suelen decir que en Casa Jaf no hay clientes, hay invitados. Y, como en toda casa, la hospitalidad se siente en cada gesto y en cada detalle: mesas impecables, excelente iluminación y un ritmo pausado, como si el tiempo se detuviera por un buen rato para perpetuar el momento.
Sabores que sorprenden, texturas que emocionan
Cada creación parte de una premisa: llevar la cocina más allá de lo conocido sin perder su esencia. Matices familiares, recetas con historia, pero reversionadas con creatividad, técnica y giros inesperados. Aquí, la estructura de un menú tradicional se rompe para dar lugar a una vivencia dinámica, donde las texturas juegan, los contrastes sorprenden y cada bocado cuenta algo nuevo.
La cocina se siente viva, vibrante, sin miedo a salirse de lo convencional. Es un equilibrio perfecto entre lo gourmet y lo cercano, lo innovador y lo reconfortante, por ejemplo, el primer paso: un salmorejo de cilantro con su frescura herbal y textura sedosa que encontró en la copa del espumante brut su compañero ideal. La acidez vibrante y las burbujas equilibran la untuosidad de esta típica elaboración española, mientras sus notas cítricas y minerales realzaron los matices del cilantro. Un contraste perfecto: intensidad aromática que equilibra la elegancia del vino.
Los otros dos pasos, antes de llegar al principal, fueron también sorprendentes y muy amalgamados: camarones al ajillo con crumble salado junto a un Chardonnay con paso por barricas de roble y puerros caramelizados con espuma de puerros y frutos secos acompañado con un interesante rosé de paleta aromática muy amplia.
Y llegó el principal, disruptivo, fuera de manual, no sólo en cuanto al maridaje, sino también desde el punto de vista gastronómico: pasta rellena de salmón con crema de lima con un joven Cabernet Franc. Con su delicadeza marina, esta propuesta encontró en el tinto argentino de moda su aliado perfecto. Este varietal, de taninos sedosos y notas a frutos rojos, hierbas frescas y pimiento, complementó la riqueza del pescado sin opacarlo, mientras su acidez natural hizo más fluido el diálogo entre ambos donde cada elemento se potenció. Un armonía sofisticada y elegante.
Para terminar dulce, una sopa de mango con ganache de chocolate blanco y maracuyá con un toque de espumante rosado ensamblado con un rico té en hebras.
Casa Jaf no es sólo una cena, sino un viaje sensorial tejido con historias, complicidad y audacia. Antonia y Florencia han creado un refugio donde la gastronomía se convierte en un acto íntimo de rebelión: contra lo previsible, contra el ritmo acelerado y contra la frialdad de los espacios impersonales. Cada manjar es una declaración de amor a lo inesperado, donde técnicas precisas y sabores emocionales se funden. Pero más allá de las armonizaciones o las texturas que desafían el paladar, lo que perdura es la esencia de su propuesta: un lugar donde nadie es cliente, todos son cómplices. Porque en esta casa, el verdadero postre no está sólo en lo que llega a la mesa, sino en la dulzura de haber compartido un momento que, como el buen vino, mejora con el tiempo. Queda abierta la invitación: la próxima edición espera a quienes creen que la magia aún cabe en un plato y en una copa.
DATO
La selección de etiquetas es de El Bebedero (@elbebederogchu), la frescura del mar llega de la mano de Entremares (@pescaderiaentremares) y la puesta en escena cobra vida con Vajilla & Cía (@vajillaycia).