A PESAR DEL INTERÉS LECTOR
Por la crisis económica, los libreros venden menos ejemplares que antes
Así lo manifestaron los comerciantes, quienes resaltaron que reciben varias consultas, pero muy pocas se transforman en ventas. La situación se recrudeció en los últimos dos años y la desaparición de los uruguayos agudizó el problema.
Esta semana se celebró el Día Internacional del Libro y el jueves abrió al público la 149º edición de la Feria del Libro de Buenos Aires. Miles de personas recorrerán en las instalaciones de La Rural de Palermo los cientos de stands de las editoriales, incluida la de Entre Ríos, que volverá a tener presencia en el evento luego de su ausencia el año pasado.
A pesar de que cada vez se habla más sobre la importancia de la lectura, a nivel local pocas personas pueden comprar un libro. En eso coincidieron los tres libreros locales con más de 20 años de experiencia consultados por Ahora ElDía.
Según manifestaron, esta situación comenzó a agudizarse en los últimos dos años con la profundización de la crisis económica que lleva a que la compra de una novela se convierta en un “lujo”.
“Las ventas caen cada vez más por una cuestión económica, sin embargo, por lo veo en el local, a las personas les gustaría comprarse un libro, pero no pueden porque no forma parte de las necesidades básicas y en la actualidad se compra solamente lo que se necesita”, manifestó Gustavo García, propietario de la librería Entre Libros.
El comerciante apuntó que hay tardes en las que entran apenas dos personas y que tampoco se ve mucho tránsito en la calle: “Se nota que no hay plata para nada”.
Por su parte, el dueño de librería Fray Mocho Gustavo Risso señaló que de “10 personas que entran a averiguar, sólo dos compran. Hace más o menos tres años, ese número era diferente, de diez compraban siete”.
Ambos vendedores coincidieron que los libros están muy caros en relación al poder adquisitivo de la clientela, y que a pesar de que el dólar bajó con las últimas medidas económicas y la salida del cepo, el precio de los ejemplares no experimentó ninguna baja.
“Toda la vida, los libros que recién salían, es decir aquellos que eran novedad y estaban de moda, valían entre 15 y 20 dólares. En la actualidad, el valor fluctúa entre $30.000 y $40.000, incluso algunos títulos pueden estar más caros”, apuntaron desde Fray Mocho.
A pesar del alto costo que supone la compra del libro, hay un convencimiento por parte de los comerciantes de que hay interés por leer, y sobre todo por tener las obras en versión física.
“Algunas veces los clientes entran a preguntar sobre un libro que ya leyeron en PDF (versión digital), pero que quieren tener en su biblioteca. Pasa mucho con los adolescentes que tienen más a mano la tecnología y se pueden bajar una novela en la tablet o el Kinddle”, manifestaron.
¿Qué y quiénes leen en Gualeguaychú?
A pesar de que hay poco poder de compra por parte de la ciudadanía, el público lector es muy variado, y desde librería Fray Mocho apuntaron que “es mentira que los jóvenes no leen, incluso son los que más leen”.
“También tengo la sensación de que se lee más que antes, pero el temas es no hay plata. Ahora, hay mucha oferta de libros para todas las edades, antes pasabas de Pinocho a Julio Verne, y no había nada entremedio. Sin embargo, ahora hay opciones para todas las edades. De hecho, se consume mucho libro infantil y juvenil. Entre los títulos más buscados están los lanzamientos, las novelas y los de superación personal. Este último género tuvo mayor demanda a partir de la pandemia, que de hecho provocó que muchas personas se acercaran a la lectura”.
Juan José y Guadalupe Selva de librería Rayuela contaron: “Los que más leen no necesariamente son los que más compran. Las personas recurren mucho a las bibliotecas, y hay varias muy completas en la ciudad. Es notable que haya abuelos y padres que disfrutan mucho de la lectura y contagian ese placer a los chicos. Hay también chicos automotivados, muchos de ellos por el animé, que tiene la versión impresa en el manga, o por la literatura preparada para jóvenes, que crece día a día. Muchos jóvenes leen bastante, a pesar de que se piensa lo contrario”.
Cada vez es más frecuente que los adolescentes acudan a las librerías a buscar títulos que vieron en Tik Tok, y que en ocasiones no suelen ser novedades sino títulos que reflotan los influencers en las redes sociales.
Sobre los fenómenos literarios sin precedentes en la ciudad, García recordó que él y su esposa llegaron a vender más de 200 ejemplares del libro “Sinceramente” de Cristina Fernández de Kirchner: “Quienes la seguían querían leerlo, y quienes no, también querían leerlo. Nunca nos volvió a pasar lo mismo con otro libro”.
Una situación similar le tocó atravesar a librería Fray Mocho con la publicación a principio de los 2000 con el libro de Maradona “Yo soy el Diego”. Luego de la pandemia, otro fenómeno literario que sacudió la ciudad fue la mención del libro “Este dolor no es mío” en la serie de Netflix “Mi otra yo”, que generó que se vendiera más de 300 ejemplares del título en la sucursal.
Este momento también coincidió con el auge de los uruguayos en la ciudad, “quienes son muy buenos lectores”, según indicaron los libreros.
“Con el libro de ‘Este dolor no es mío’ se llevaban de a dos o tres, y en general con el resto de los títulos compraban sin siquiera preguntar el precio, pero con el dólar como está en la actualidad dejaron de venir”, resaltaron.
Según manifestaron los comerciantes, a la ciudad los uruguayos llegaban a comprar manuales de inglés o pedagogía, además de literatura argentina e internacional.
A pesar de que los libros usados no tienen gran circulación en la ciudad, en algunas librerías se presentan como una alternativa para que las personas puedan acceder a la lectura: “Hay un montón de lectores que traen sus libros y los dejan a cuenta, e incluso por muy poca plata se llevan uno nuevo o usado que tenemos en el stock”, declaró Gustavo García.
Un estudio realizado en 2023 a partir de Encuesta Nacional de Consumos Culturales realizada por el Ministerio de Cultura, apuntó que la escuela es el ámbito por excelencia en que las personas se encuentran con los libros. Sin embargo, en el último tiempo encuentran en las fotocopias a su mayor adversaria.
“El 99% de los docentes recomienda las fotocopias, y hay una idea de que son más baratas que los libros. Hace una semana, mientras hablaba con una clienta, me contó que había gastado $150.000 en fotocopias para su hija que estaba en el secundario. Le pregunté qué libros le habían mandado a imprimir y justo coincidió que tenía el de geografía que me mencionaba y, la diferencia entre la copia en blanco y negro y el original, era de apenas $5.000. Entiendo que cada persona cuida su bolsillo, pero en la actualidad los docentes no les dan siquiera la opción a las familias de que puedan optar por el libro. Lo mismo ocurre con títulos más universales como ‘El Principito’, hay ediciones realmente económicas de la historia y los docentes podrían comunicarse con nosotros para que les consigamos los mejores precios y puedan dar todas las opciones para el alumnado”, criticó Gustavo Risso.
Este fenómeno también fue advertido por Selva que señaló que “se ha naturalizado el fotocopiado de textos escolares primarios y secundarios, y de inglés. A veces, hasta las mismas instituciones indican a los padres que los compren en una fotocopiadora específica”.
Un futuro incierto pero con esperanza
De forma unánime, los vendedores de libros de la ciudad, coincidieron que si mejora la situación económica de los gualeguaychuenses la ciudadanía leerá más.
“El libro siempre se va a leer, y ninguna sensación se compara con el hecho de tener una novela y poder sentarse debajo de un árbol a leer. Todavía, la mayoría de las personas prefieren el formato físico al digital. A pesar de los augurios que había de que los eBooks (libros electrónicos) iban a desplazar al libro tradicional, esto no ocurrió. El precio del libro tendría que acompañar a lo económico, esperamos que en algún momento repunte el consumo”, reflexionó García.
En esta línea, el propietario de Fray Mocho manifestó: “Es importante que se mejoren las medidas económicas de las editoriales, también el Gobierno debería subvencionar libros para que llegaran a las escuelas, pero no de la manera que lo han hecho, comprando lo que sobra de los depósitos y sin acercar literatura de calidad. El precio de los libros tienen que bajar, deben ser más accesibles, porque el cliente regular que compraba una vez al mes, ahora viene cada tres meses porque ya no puede comprar con la frecuencia que lo hacía”.