CON IMPRONTA CARNAVALERA
Pamela Martínez: La embajadora del Carnaval que cumple 20 años en la pasarela
Es una de las mayores difusora del espectáculo, dejó la vara muy alta luego de su reinado 2017 y su nombre es sinónimo de Gualeguaychú. Sin embargo, hasta antes de 2004, era una persona totalmente ajena a este mundo y no le llamaba la atención lo más mínimo el salir y bailar en la pasarela del Corsódromo. Una historia de una persona que se encontró con su verdadera pasión gracias a buscarla por mera casualidad.
Si hay algo que se mantuvo inmutable durante las últimas dos décadas en el Carnaval del País fue la presencia en la pasarela de una de las figuras más representativas del espectáculo. Reina de O’Bahía en 2008 y Reina de Ará Yeví y del Carnaval en 2017, supo dejar su impronta en las cinco comparsas. Es una embajadora de Gualeguaychú a donde sea que vaya y una promotora de la gran fiesta de la ciudad. Aun así, y con todos estos antecedentes que la preceden, pareciera increíble que antes de la edición 2004 para Pamela Martínez el carnaval era más bien indiferente para ella.
“Cuando empecé a estudiar en Paraná, muchas personas me preguntaban cómo era el carnaval. Sin embargo, no tenía ni idea sobre cómo era el folclore carnavalero, quiénes eran los directores o que existían diferentes puestos en las comparsas. Todo lo que conocía era de ir a ver el carnaval alguna que otra vez al Corsódromo”, contó la ahora histórica en una charla con Ahora ElDía, donde repasó sus vertiginosos y apasionados 20 años en la pasarela.
Tantas preguntas hechas por conocidos y amigos de Paraná hicieron que a Pamela se le despertara el bichito de la curiosidad y a fin de año de 2003 decidió hacer algo para no seguir apartada del mundo carnavalero. Esa vez se propuso probar la experiencia y entró a ciegas a un universo que se mueve con reglas propias. Pamela saltó al vacío y decidió aparecer en el taller de O’Bahía. Tímidamente entró y preguntó si podía anotarse para salir alguna noche en el Carnaval. La que la recibió fue la legendaria Anita Gelós de Peverelli, mentora y hacedora de la comparsa del Club de Pescadores, quien vio potencial en esa muchacha, le probó un traje y la mandó a la pasarela. Y en cuanto puso un pie dentro del Corsódromo, su vida cambió para siempre.
“El click que se me hizo en la cabeza fue inmediato. Esa primera noche me hice carnavalera. La adrenalina y la emoción que sentí no me la voy a olvidar jamás. Cuando terminó todo y fui a mi casa, no me podía dormir. Estaba eufórica y feliz. La recuerdo como una de las noches más felices de mi vida”, compartió.
Al fin de semana siguiente le asignaron otro traje, le dieron un puñadito de lentejuelas para que se borde la bombacha –porque en ese momento eran los mismos carnavaleros los que se bordaban sus propios trajes– y ahí ya se quedó con ese traje que la acompañó durante su primer carnaval. Para el siguiente carnaval se anotó como titular y ahí ya quedó fija para toda la temporada.
Durante sus primeros cuatro carnavales vistió los colores de O’Bahía, pero lo cierto es que su corazón es negro y dorado. “Me considero carnavalera de raza, pero mi corazón es de Ará Yeví. La comparsa estuvo conmigo en un momento muy importante, e inclusive me rescató. Hubo un tiempo en el que yo quería alejarme del carnaval, y Ará Yeví me dio un espacio, me dio un núcleo de personas que me contuvo y que me enseñó que el carnaval se podía vivir con muchísimo disfrute”, afirmó Pamela sobre la comparsa que se transformó en su hogar y en su familia.
“Ará Yeví me aceptó tal y como soy, así como yo me describo, carnavalera. Desde que empecé a bailar en Ará Yeví, que fue en 2010, siempre que estuvo en pasarela yo desfilé ahí. Y en las ediciones que ha tenido que descender, fui muy bien recibida por el resto de las comparsas. Soy una privilegiada y en todas me han tratado de manera excelente”, remarcó.
Un reinado que marcó un camino
En 2008 fue elegida para ser Reina de O’Bahía, pero no ganó. Y 9 años más tarde, el director de Ará Yeví la volvió a elegir para que sea la Reina de la comparsa del club Tiro Federal. Sólo dos veces en la historia sucedió que una misma persona porte dos veces la corona, y Pamela es una de esas dos.
Si bien cada una que se ha coronado como soberana del espectáculo a cielo abierto más grande de la Argentina hay puesto su impronta, el reinado de Pamela Martínez en 2017 fue uno de los más recordados. Con su sonrisa tatuada, su carisma y su gracia natural, promocionó el Carnaval del País por todos los rincones. Su nombre pasó a ser sinónimo de Gualeguaychú.
“Siempre me sentí una embajadora del Carnaval, porque realmente a donde iba o me invitaban intentaba mostrar todo lo mejor del espectáculo. Cuando Ará Yeví me ofreció la oportunidad de volver a ser Reina la sentí como una oportunidad que me cayó del cielo. Me acuerdo cuando Leo Rosviar, que fue el director de esa edición, me dijo que no podía ser que jamás hubiera sido elegido Reina del Carnaval al ver todo lo que yo hacía por el espectáculo. Entonces, la oportunidad de 2017 realmente la tomé como un regalo, pero al mismo tiempo como una responsabilidad”, remarcó y agregó: “Puse lo mejor de mí para ganar, pero también soy súper consciente de que el jurado es subjetivo y que podía ser para cualquiera de las chicas. Afortunadamente me tocó a mí, y aproveché esa oportunidad al máximo”.
Lo cierto es que Pamela comenzó un raid por todos los rincones de Argentina donde el Carnaval necesitaba tener presencia. Publicitó el espectáculo y la ciudad ante todo micrófono que le pusieran adelante. Pero además, puso su propio cuerpo y nombre: en una época donde las redes sociales comenzaron a tener una supremacía y alcance inimaginable, sus propios perfiles comenzaron a ser ya no lo de Pamela Martínez sino los de la Reina del Carnaval. Un posteo atrás de otro terminaron contagiando a muchos para conocer Gualeguaychú y el Carnaval, y si bien al año siguiente tuvo que entregar la corona a su sucesora, ella jamás dejó de ser esa embajadora y promotora de la alegría del Carnaval del País.
“Me propuse demostrar que en realidad la Reina del Carnaval no es simplemente una figura decorativa a la que le ponen una corona, le sacan fotos y le hacen regalos. Una reina tiene que ser una vocera, una verdadera encargada de prensa y alguien que es funcional a la organización del Carnaval y a la difusión del evento. Cuando una está con una corona y con una banda es fácil que la cámara se encienda y que a una la quieran entrevistar, entonces hay que aprovechar ese momento para comunicar”, resumió.
Choque de universos
De profesión abogada especialista en Derecho Notarial y en Derecho Procesal Civil y actualmente realiza una especialización en Derecho del Trabajo, Pamela pareciera vivir en dos mundos totalmente antagónicos. El formalismo y la sobriedad de la abogacía y el brillo y el color del carnaval conforman en ella una especie de doble vida, la cual, en algunas ocasiones, entró en fricción por los prejuicios ajenos.
“Cuando yo empecé a bailar, todavía estudiaba. Era muy chica, y cuando se acercó la época en que me estaba por recibirme, muchos compañeros me insinuaron que ya no iba a seguir bailando en el carnaval. Pero yo siempre me negué a eso. Puedo hacer las dos actividades. Lo mismo me dijeron cuando me iba a casar. Pero esos cuestionamientos no venían de personas de Gualeguaychú, sino mis amigos y conocidos de Paraná. Capaz que en ese momento había un poco más de prejuicios, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra. Puedo hacer todo al mismo tiempo y convivir con esos dos mundos a la perfección”, compartió sobre los cuestionamientos que ha recibido, sobre todo de aquellos que no conocen la idiosincrasia de Gualeguaychú.
“Siempre expliqué que el carnaval es parte de la identidad de mi ciudad, que es donde nací y crecí y que sé compatibilizar ambos universos. El carnaval es como cualquier pasión, es igual que cantar en un coro, tocar un instrumento o practicar un deporte. Ahora, todos los ámbitos de mi vida en Paraná lo tienen totalmente aceptado, como que es algo normal, como que ya se da por hecho que el carnaval viene conmigo y yo voy con el carnaval para todos lados”, resumió.
20 años en la pasarela transformaron a Pamela Martínez. Pasó de ser una jovencita a la cual el carnaval no la interpelaba en lo más mínimo a una auténtica embajadora del espectáculo hasta en la actualidad. Hace tiempo que amaga con retirarse de la pasarela, pero siempre aparece una excusa ideal para volver a bailar. Lo que sí jamás podrá abandonar es el ser una carnavalera de raza, porque ya sea en la pasarela o en la tribuna, Pamela Martínez seguirá siendo sinónimo de Carnaval.