Una respuesta educativa a los desafíos laborales de la ciudad
La enseñanza de oficios en la Escuela Nazareth
Enmarcada en la Comunidad Nazareth, símbolo de la acción social de la Iglesia Católica local, la Escuela Privada N°160 de capacitación laboral prepara a jóvenes y adultos para incorporarse al mundo del trabajo a través de distintos talleres. La institución cumple este año tres décadas de existencia.
La educación sigue siendo un factor fundamental para el progreso y el desarrollo de la ciudad y el país. Es el camino que existe para la promoción social de las personas y, sobre todo, para superar la pobreza.
“Cuando se nace pobre, estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe las cadenas de la esclavitud”. Esta frase elocuente de Tomás Bulat (1964 – 2015) resume el carácter progresista que entraña la educación.
La importancia de brindar herramientas educacionales a los jóvenes radica en que además de darles la posibilidad de acceder a un trabajo y con ello ser sujetos activos en la sociedad, les inculca el valor de la cultura del trabajo, que en Argentina se ha venido perdiendo en los últimos años. Es vital que ejerzan un oficio, que los estimule a adoptar nuevos hábitos y actitudes en conexión con las necesidades del desarrollo local para que sean partícipes del crecimiento de su comunidad a través de su esfuerzo.
En esta idea de vincular la educación y el trabajo se inscribe la Escuela Pública de Gestión Privada de Capacitación Laboral para la Formación Profesional “Nazareth”, que cumplió recientemente 30 años de existencia.
Ahora ElDía habló con su director, Miguel Astudillo, un profesor de filosofía que habla con entusiasmo del ideal de una institución que fue pensado desde su origen para conectar los contenidos del sistema educativo y el mundo laboral.
Un tópico de rigurosa actualidad si se piensa en el actual contexto económico, donde es muy difícil para los más jóvenes insertarse laboralmente si no se tiene algún tipo de destreza o aptitud.
“Nosotros capacitamos en oficios. La propuesta va dirigida a jóvenes a partir de los 18 años. Son talleres de capacitación que los ayudan a abrirse un camino en el mundo del trabajo”, refirió Astudillo.
El establecimiento educativo está integrado a la obra católica Centro Nazaret, símbolo de la acción social de la iglesia diocesana, un soberbio edificio ubicado en Perito Moreno 526 -entre Belgrano y Sáenz Peña- (Barrio Franco). En ese predio que ocupa una manzana convergen además distintas instituciones sociales y educativas: un jardín de infantes, una escuela primaria, un hogar de tratamiento para adicciones y una filial de la fundación Conin (dedicada a paliar la desnutrición infantil).
“Nuestro colegio se identifica espiritualmente con la guardería Nazareth, creada en 1978. Ya desde esa época las mujeres de Cáritas realizaban acciones educativas. Porque la filosofía era la promoción social. Fueron visionarias en esto de hacer talleres de capacitación para la gente del barrio. Finalmente, esta modalidad de institucionalizó en 1994, con la creación de la Escuela Privada N°160 de capacitación laboral, adonde concurren cientos de jóvenes de la ciudad”, historió Astudillo.
Actualmente alrededor de 200 jóvenes y adultos asisten a esta institución que, inaugurada el 16 de abril de 1994, se enrola en el sistema educativo entrerriano bajo la modalidad de “Centro de Formación Profesional”.
La formación profesional, según la legislación, “incluye acciones de especialización y profundización de conocimientos y capacidades, vinculadas a áreas productivas específicas, complementarias de los niveles secundario y superior de la educación formal”.
El régimen de escuela pública de gestión privada, en tanto, implica en los hechos que mientras el Estado entrerriano se hace cargo del pago de los sueldos del cuerpo docente, la institución aporta el edificio y los equipos al tiempo que tiene que hacerse cargo del mantenimiento del establecimiento (para lo que contribuyen los estudiantes con el pago de una cuota mensual).
Las 12 propuestas
Las capacitaciones que ofrece la escuela tienen una duración de un año lectivo y a ellas asisten personas mayores de 18 años provenientes de distintos puntos de la ciudad. Las clases se imparten a partir de las 17 horas de lunes a viernes.
El campus educativo cuenta con infraestructura y equipamiento para desarrollar cada una de las doce propuestas pedagógicas, con sus correspondientes perfiles profesionales.
“De acuerdo al perfil, nosotros otorgamos tanto certificaciones del Consejo General de Educación de la Provincia (CGE) como certificaciones del Consejo Federal a nivel nacional”, destacó Astudillo.
Históricamente, la escuela viene brindando especializaciones en el rubro estético. Concretamente lidera en peluquería y coloraciones con una trayectoria, en el último ítem, muy destacada, con una demanda muy alta.
La institución cuenta, además, con talleres de textil-indumentaria, en cuyo ámbito se desarrolla el “confeccionista a medida” o modisto, un profesional que puede desempeñarse de manera competente en un rango variado de la actividad de confección de prendas.
Desde hace un tiempo, un perfil que tomó mucha dimensión es el de “auxiliar en cuidados gerontológicos”. Surge de una necesidad generada por una ley que dispone que el cuidador domiciliario requiera una formación y una certificación oficial.
Astudillo destacó que en “el Departamento Gualeguaychú y en el sur de la provincia, la escuela es la única institución que está certificando este perfil, cursando en un aula que ha sido equipada a tales fines”.
Desde el punto de vista organizacional, en la escuela se capacita para la formación de “operadores informáticos para la administración y gestión”. Esto habilita para aspirar a un trabajo de secretaría o en una recepción.
Aquí los alumnos adquieren destrezas en el manejo de una PC y el uso de herramientas de Internet. Entre las habilidades figura la confección de planillas de cálculos, creación de documentos de textos y de presentaciones gráficas.
Vinculado a la informática, aunque en el plano comunicacional, existe un taller para formar diseñadores gráficos, orientado a la impresión gráfica y digital. Por otro lado, la figura del administrador para las redes sociales, que se ocupa de representar a una organización o persona para mejorar su presencia en línea.
Esta última formación es lo que se conoce como Community Manager, un profesional responsable de construir y administrar la comunidad online y gestionar la identidad o la imagen de marca, un perfil muy demandado.
Un fuerte de la institución es la enseñanza de oficios relacionados con la electricidad, donde aparecen tres perfiles. Uno es el auxiliar de instalaciones eléctricas, otro el montador electricista domiciliario y además está el electricista en inmuebles”, según explicó Astudillo.
Por otro lado, en lo que tiene que ver con la gastronomía cuenta con formación para cocineros y elaboradores de productos de pastelería, una oferta educativa muy demanda.
“Es muy gratificante, ver cómo nuestros estudiantes, muchos de ellos, en los diferentes oficios, ya tienen una fuente de ingresos, algo muy importante, máxime en la realidad socio económica que estamos viviendo”, marcó el director de la Institución.
Una obra ejemplar
La obra de la iglesia diocesana en el barrio La Cuchilla es fecunda y ejemplar. Todo comenzó cuando Cáritas catedral, a través de un grupo de mujeres, decidió actuar en ese contexto social vulnerable. Fue así que en junio de 1971 quedó inaugurado el “Salón Comunitario San José”, pensado sobre todo en los chicos pobres del barrio. En 1978, la terrible inundación de ese año obligó a las familias a abandonar lo poco que tenían.
La mayoría de ellas fueron albergadas en los clubes, pero cuando se produjo el descenso de las aguas los problemas se agudizaron. Hubo que reconstruir el hábitat que el agua había destruido.
En ese contexto, muchos niños quedaron solos o al cuidado de un hermano mayor. Fue entonces que las mujeres de Catedral, advirtiendo la penosa situación de los más chicos, con la guía de María Isabel Méndez Casariego de Irigoyen, conocidas por todos como “Toto”, crearon la mítica Guardería Nazareth, que desde entonces se convirtió en un polo de promoción humana en uno de los sectores más deprimidos socialmente de Gualeguaychú.
Con el paso del tiempo, la obra de la iglesia diocesana fue creciendo y hoy en el lugar se levanta el Centro Nazareth, un soberbio edificio donde funcionan un jardín de infantes, una escuela primaria, una biblioteca, un sitio de tratamiento para adicciones y la Escuela Privada de Capacitación Laboral Nº160.
Además de “Toto Irigoyen” la comunidad Nazareth tuvo otra alma mater, Delia Martinelli de Bacigalupo, quien es recordada con cariño por su entrega a esa obra cristiana.
Ser empleable, un desafío acuciante
No basta con aspirar a un trabajo, además hay que tener las habilidades necesarias para desempeñarse en él. Y a la vista del entorno laboral, es un reto constante mantenerse empleable a largo de la vida productiva.
Para situarse en el mercado de trabajo se requiere más que la aspiración individual. Sin el desarrollo de los elementos de empleabilidad (autonomía, actitud positiva, formación técnica específica) no hay modo de insertarse laboralmente. Básicamente no cualifican por no reunir las capacidades y destrezas necesarias para ese empleo.
Para muchos observadores la Argentina tiene aquí, en la cuestión de la competencia laboral de su mano de obra, un problema muy serio. Una franja importante de la población en condiciones de trabajar no posee los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para obtener un empleo en el ámbito productivo.
En el caso de los jóvenes sin competencias básicas eso significa la imposibilidad de construir y hacer realidad su proyecto de vida, de ejercer la ciudadanía, de consolidar su autonomía profesional y de mejorar la calidad de vida de su familia.