El Brigadier Gral. Cornelio Saavedra, Padre de la Patria
Recordar a Cornelio Saavedra, potosino, y a Mariano Moreno, educado en Sucre, Bolivia, es parte de la historia como testigo de lo pasado, advertencia de lo porvenir, como expresaba Cervantes.
Por Martín Güemes
En estos tiempos, mucho se ha escrito sobre Bolivia, sobre Evo Morales, y poco sobre los lazos que nos unen. Por ello, voy a evocar a nuestro primer mandatario criollo y a su contrincante fundacional: Mariano Moreno, dejando para otra oportunidad, la posibilidad de escribir sobre el fogoso secretario que estudiara en la Universidad San Francisco, Xavier de Chuquisaca, hoy Sucre, Capital histórica de Bolivia. Hoy me referiré al Potosino Cornelio Saavedra, nacido el 15.09.1759, en el Alto Perú, provincia de Linares, en la Hacienda de Fombera, bautizado en la Iglesia de Santa Ana de Otuyo, el 16.09.1759, en tierras de argentum. El poeta Leopoldo Marechal, expresa: El nombre de tu patria viene de argentum, ¡Mira que al recibir un nombre se recibe un destino! (Heptamerón: "La Patriótica"). Destino de Integración Suramericana.
En este sentido, es de advertir que Bolivia y los bolivianos siempre han sido menospreciados por los argentinos, en una actitud ignorante de nuestra identidad y pertenencia suramericana. Como ejemplo, basta señalar que nunca Saavedra fue homenajeado por un Presidente Argentino, en tierras Bolivianas. Alguna explicación, basada en la desmemoria podemos encontrar en lo afirmado, o también en esta negativa actual de evocar militares o historia militar. Propio del péndulo eterno de nuestra historia dialéctica. Que camina de tumbo en tumba.
En los 70, en el Siglo XX, cuando la historia se transformó en política, en instrumento de la militancia partidaria, ser Saavedrista o Morenista era toda una definición ideológica. Aún hoy, desde los pensadores o historiadores de derecha o de izquierda, el reaccionario Coronel de la Junta de Mayo, o el fogoso jacobino paradigma del progresista, ocupan páginas vehementes sobre sus actuaciones en los primeros pasos de nuestra Patria. Sin duda, Saavedra y Moreno, fueron dos temperamentos disímiles, dos estilos metodológicos de hacer política, en el fondo dos formas de ver la vida pública. Por ello, para quienes como Joaquín Castellanos, creemos que los hombres se aglutinan por temperamentos y no por ideologías, ser Saavedrista o Morenista identifica un sentimiento político. Lo que no obsta a comprender al "otro", a su debe y haber en las cuentas públicas.
Ortega y Gasset en su libro: Mirabeau o el político, en páginas memorables, estudia a su contrafigura: el político, desde la óptica del intelectual. Sus conclusiones, son fundamentales para entender la política y a los políticos. Siendo la reflexión histórica un punto de vista sobre la vida política, social y económica de una sociedad, con toda la subjetividad e intento de objetividad propia de quien piensa, siente e imagina una época; recordar al Presidente de la Junta de Mayo, al primer Coronel del Pueblo, no quita poder en otra oportunidad expresarnos sobre su oponente, compatriota de aventuras y desventuras. Ambos, participes necesarios de la Patria Mayor, nuestra América del Sur.
Desde la escuela primaria ¡que cincuentenarios estamos! nos viene al recuerdo: ¡Se necesitaba tanta agua, para apagar tanto fuego! Sintetizando la muerte de Moreno en Alta Mar ¿Asesinado? Y la frase: Dejad que las brevas maduren para ubicar la actitud de Saavedra ante el apuro de los adelantados por lanzarse a la Revolución, en los días de Mayo. Reflejan estas "anécdotas" el intento de fijar "líneas históricas" en la educación que supimos conseguir después de Pavón, y la generación del 80. El democratismo revolucionario del "numen de Mayo" opuesto al "monarquismo" del contrarrevolucionario militar, es parte de la historia oficial. De nuestra enseñanza sin matices, sin comprensión de los factores en pugna. De los intereses económicos e ideológicos en acción perturbadora.
Saavedra acusaba a Moreno de querer hacerse "tribuno de la plebe". Moreno temía que Saavedra se convirtiera en caudillo de la plebe. (Bartolomé Mitre)
La revolución de los orilleros porteños, el movimiento del 5 y 6 de Abril de 1811 (nuestro primer 17 de Octubre) afirmaron a Saavedra, y fue el causante fundamental de sus futuras desgracias. El destierro, el exilio en su propia tierra, confiscaciones, ingratitudes, delaciones y calumnias. Caro les ha costado a los Coroneles ser apoyados por el pueblo. Pensemos en Manuel Dorrego (fusilado) y Juan Domingo Perón (exiliado).
Vuelvo al primer Coronel del Pueblo, a Saavedra, que como todo exiliado inteligente escribe sus memorias, para afirmar su actuación pública. El 1° de Enero de 1829 pone Saavedra punto final a su "Memoria" (...) Si después de mi fallecimiento, la calumnia, la detracción y la maledicencia volviesen a acometerme, creyendo no habrán quedado quienes puedan desvanecerlas, a mis hijos es que con especialidad incumbe estar en centinela para que no lleguen a perturbar el reposo de mis cenizas".
Al finalizar su "Memoria" ha redactado su testamento y una carta a los hijos, en la cual ordena: "se eviten los gastos superfluos a que generalmente inducen en los casos de muerte las vanidades del mundo; se me amortaje con un hábito de San Francisco o con una túnica de lana; se me conduzca al cementerio en un carro de última clase y en el ataúd del mismo carro, sin más acompañamiento que el de mis hijos... ".
Estaba en la ciudad de Buenos Aires el 29 de Marzo de 1829, cuando su corazón lastimado por las ingratitudes, dejó de latir. Demoró tres días La Gaceta, en anunciar su muerte. El Gobierno de la Provincia tardó ocho meses y medio en leer esa noticia.
El 16 de Diciembre, Tomás Guido amigo de San Martín, redactó un decreto mandando levantar un monumento en el cementerio para depositar los restos de Saavedra y ordenando guardar en la Biblioteca Pública su memoria autógrafa, apunta Bernardo González Arrili en su Historia Argentina.
Resuena en nuestra actualidad, como un eco del pasado, su advertencia y decisión: (...) Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no debe perderse una sola hora. Con ella, señaló en su época, nuestra marcha hacia la libertad e independencia, y marca nuestro cronómetro en la arena del mundo.
Las desavenencias entre Saavedra y Moreno, nacidas por temperamentos disímiles, también por ideologías y conductas, están entrampadas en las redes de la intriga. La más conocida, origen del decreto de supresión de honores redactado por Moreno, es significativa. Todos Uds. recuerdan seguramente el brindis de Atanasio Duarte - temulento profesional - reconocido por la frase de Moreno en su indignación; ningún argentino ¿ni ebrio, ni dormido? Puede alabar al poder, personalizando, fue su mensaje póstumo.
Paso a relatarlo, para quienes no lo conozcan. Después de Suipacha, primer triunfo patriota en tierras Alto Peruanas, se realizó una fiesta en el Cuartel de Patricios, ha la cual asistió el Presidente de la Junta, nuestro evocado, junto a su esposa. A los brindis, Atanasio Duarte coronó con un adorno circunstancial a Saavedra (siendo rechazado por él mismo). Moreno, detenido por un guardia al entrar, resentido se retiró. Cuando se enteró del brindis, su pluma brilló de indignación. Allí, nació el famoso decreto. Firmado posteriormente por toda la junta, incluso Saavedra. Este hecho, atizó el enfrentamiento. Del cual, fueron perdidosos ambos. Y lo que es peor, nuestra patria.
Bien aconseja José Hernández en el Martín Fierro, los hermanos sean unidos...porque esa es la ley primera.
Recordar a Cornelio Saavedra, potosino, y a Mariano Moreno, educado en Sucre, Bolivia, es parte de la historia como testigo de lo pasado, advertencia de lo porvenir, como expresaba Cervantes. La decisión política de Saavedra en Mayo, fue definitiva. Las brevas, anteriores al fruto maduro, estaban tiernas, fue el momento de la revolución. Así fue Mayo.
Martin M. Güemes es abogado e historiador. Visitará la ciudad el lunes 27 de junio próximo. Brindará algunas charlas en los colegios y una abierta al público.
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