Don Víctor, descendiente de italianos, fue un hombre de trabajo que vivió época duras, tiempos en los que se trabajaba con tracción a sangre, tiempos en los que se levantaba a la madrugada para ordeñar, atar los caballos y encarar jornadas que finalizaban cuando se terminaba la luz del día. Tempos que en los que se ordeñaba, casi a oscuras, al pie de la vaca. Nació en Villa Lila, zona Rural Pehuajó Sur, a pocos metros de la capilla el 15 de julio de 1928. Fue el único de los 12 hermanos que se quedó en el campo. Cuando chico jugaba con sus hermanos corriendo a lo alto de las estibas que se encontraban al aire libre y que a las bolsas se las tapaba con en encerado enorme para que no se mojen. Víctor vivió una agricultura diferente a la de nuestros tiempos con la siembra de lino que era lo que mejor andaba en tierras vírgenes en las décadas del 30,40 y 50 con rindes de 10 y 12 fanegas por hectárea”. Transitó por distintos tiempos de la política argentina. Contó en su momento que en sus tiempos mozos ”la palabra inflación no existía y que se pagaba a cosecha lo que se pactaba al momento de sembrar”. Después de casarse se estableció en la zona Rural de Sarandí y adquirió un campo en Ceibas. Trabajó junto a sus hijos (Mario y Walter) en diferentes actividades agropecuarias. Una de sus experiencias más fuertes ocurrió en el año 1933 en la localidad de Parera. “Era muy pequeño cuando estuve con Don Esteban Piacenza, emblemático dirigente y presidente de la Federación Agraria, de quien me quedó grabada su imagen. Después, con el correr de los años, vino a Gualeguaychú y en Del Valle y Rocamora, donde estaba ubicada la filial federada, lugar donde tuve el honor de estrechar su pesada mano y escuchar “tienes que estudiar y superarte”. Don Víctor nos dejó físicamente luego de una vida intensa donde en base a esfuerzo en largas jornadas de trabajo sin servicios de energía eléctrica, trabajando de lunes a lunes, con la utilización de tracción a sangre fue transitando distintas etapas como la llegada de la tecnología al campo y también el desarraigo en el mismo por la falta de infraestructura. Dejó un legado el de la cultura del trabajo y el del cumplimiento de la palabra.